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(6/20) Semana de la integridad y Día Paíz

Confieso haber incurrido en fraude

Mil disculpas a todos por la demora. Desde que escribí (5/20) Vuelvo a hablar de mí | Los Estudiantes llevo trabajando en esta entrega, pero cada vez que la escribía inevitablemente la borraba de nuevo, porque nunca logré sentir en lo escrito el impacto que quisiera transmitir, el impacto de lo que pienso y siento sobre la relación triple entre la integridad académica, la construcción de paz, la existencia misma de la humanidad. Creo que la versión que publico hoy es la que ha llegado más cerca, pero sigo sin sentir que sea suficiente, así que dejaré aquí el resumen más corto en la forma más impactante posible: el conflicto y el fraude son, en términos generales, consecuencia de que un grupo con privilegio considere que su bienestar está por encima del beneficio de la sociedad; cambiar eso es una tarea que la educación ha esquivado por generaciones, en especial la Educación Superior que prefiere vender la idea del éxito individual a sus 'clientes'.


Hace pocos días la Universidad de los Andes tuvo un evento denominado "Semana de la integridad". En mi concepto esto fue poco más que un mea culpa por los problemas éticos en los que se ven envueltos los miembros de la comunidad, tanto estudiantes actuales como egresados y en algunos casos hasta profesores, con las limitaciones en la estructura de ese acto de contrición que se derivan de la naturaleza de quien lo ejecuta: el principal patrimonio de la Universidad (y de casi cualquier institución académica) es su reputación, así que admitir responsabilidad en las faltas éticas de los miembros de la comunidad es impensable y solo se habla del énfasis en integridad como una estrategia de enriquecimiento de las personas (suena como la respuesta de la iglesia católica, otra organización dependiente de su reputación, a las acusaciones de abusos por parte de sus miembros, ¿no creen?).

Sumado a eso, también tuvimos ayer 21 de septiembre la jornada de "Día Paíz", destinada en su concepción a llevar a la comunidad uniandina a una reflexión sobre la paz y el rol de la institución y de cada persona en la construcción de esa paz. Ahora, superada la discusión sobre la aceptación o no del acuerdo de paz con las FARC (ahora Partido Comunes) el Día Paíz se está volviendo un día más de clases canceladas y poco más, este año matizado por el debate de precandidatos que organizó el CESED.

Pero bueno, inspirado en esos eventos quiero hablar de la integridad de las personas en la Educación Superior y de cómo eso tiene que ver con la formación de una mejor sociedad, en paz entre otras cosas. Y como casi costumbre, empezaré hablando de mis sesgos e intentando explicar un poco el ángulo desde el que encaro la situación.

Aquí, "frente" a todos ustedes, declaro haber cometido fraude académico. Un poco antes de la Universidad, eso sí. Siendo estudiante de un colegio católico aunque laico (es decir, colegio regulado por principios que incluían la fe católica pero regido por autoridades civiles), mi colegio era de esos en los que existía la clase de religión, como infortunadamente sucede en tantos colegios en Colombia. Y bueno, clase de religión, niños de primaria, una cosa llevó a la otra... memorización de los sacramentos y evaluación sobre eso, que como no podría ser de otra forma, era escribir una lista con los siete. Ese día no recordé todos, tenía seis en mi lista, me aburrí y me levanté a entregar al evaluación con lo que tenía, cuando en el camino a dejar el papel en la mesa de cátedra vi de reojo que uno de mis compañeros, con una letra enorme, tenía escrito el que me hacía falta; pare, giré, volví a mi silla, escribí lo que faltaba y lo entregué. A día de hoy todavía me pregunto por qué un acto tan evidente (estamos hablando de volver tres o cuatro metros para escribir algo adicional) no fue cuestionado, tal vez mi profesor creía demasiado en mí y pensó que me había acordado por mi cuenta, tal vez estaba distraído, no lo sé. Esa fue mi única falta a la integridad académica, muy grabada en la memoria eso sí.

Hago esa confesión, no por limpiar mi conciencia, porque la cosa me sigue pareciendo una mancha en mi pasado (aunque ya mi colegio ni existe, así que no hay institución que me reclame). Lo hago porque quiero ser muy claro en que no creo que haya mucha gente que pueda hablar de integridad académica desde una posición de superioridad moral, ni creo tampoco que la prevención del fraude se pueda fundamentar en superioridad moral. Son muy pocas las cosas que se logran bajo ese principio, la superioridad moral es muy débil como argumento, llega a muy pocas personas con capacidad de convencimiento, es difícil de sostener incuestionable en el largo plazo, se pone en tela de juicio muy fácilmente y, peor que todo eso, es una motivación externa que no crea convicción.

Pero bueno, si no es por presión de superioridad moral, ¿por dónde conducir el debate del fraude académico?

Para explicar esto y de paso empezar a entrar en la relación con la paz y el Día Paíz, voy a recurrir a tres ejemplos de fraude muy conocidos en Colombia: 1) La falsedad en los títulos académicos de Enrique Peñalosa, 2) La compra de votos en la elección presidencial de 2018, 3) Las garantías bancarias falsas en el contrato de MinTic con Centros Poblados.

En el asunto de los títulos de Peñalosa, empecemos por decir que para ser un gobernante tener un doctorado no es ningún certificado positivo, como puede verse claramente en la alcaldía de Claudia López. Sin embargo, socialmente sí es considerado una muestra de inteligencia y se busca un gobernante inteligente, por lo que sí es posible que la afirmación de tener un doctorado aumente el impacto electoral de un candidato. Al encontrar que esos títulos son inexistentes (hoy en día hay dudas incluso sobre su pregrado) se genera desconfianza en sus acciones y cuestionamientos sobre sus afirmaciones en otros ámbitos. Es decir, este es un fraude que no afecta directamente la gestión, podría ser la misma teniendo el título, pero sí afecta la confianza en sus resultados. Si quieren sumarle algo legal, debería perseguirse falsedad en documento público, pero esa es otra discusión.

Lo de la compra de votos es más delicado, sin embargo mi análisis parte de una pregunta muy directa: ¿cree usted que la cantidad de votos comprados cambió el resultado global de la elección? Yo creo que no, que ganaba Duque con o sin eso, por lo que el efecto de la compra de votos es una afectación en la confianza en un Gobierno que gana haciendo trampa, incluso cuando sin trampa seguramente habría ganado igual. Esto no tiene un efecto profundo en el resultado, no "cambia" las cosas, pero sí cambia las cosas porque cambia la presunción de buena fe, se empieza a trabajar con la idea de que el trabajo del Gobierno se realiza de mala fe (que bueno, el Gobierno no es que se ayude mucho). También hay una implicación legal en el asunto, la compra de votos es un delito con cárcel actualmente, sin embargo las implicaciones legales en este caso no son lo más preocupante.

En cuanto a las garantías bancarias de Centros Poblados a MinTic, ya hay una implicación muy clara y es la pérdida de los recursos públicos; sin embargo, aunque setenta mil millones de pesos son una cosa ínfima para el presupuesto del Estado, este caso va mucho más allá del dinero. Está muy bien que se haya divulgado la información, que se haya sabido del problema, y aunque sea tan claro que mucho de lo que está pasando con este caso es show de medios de la oposición para atacar al Gobierno también es claro que ese tipo de cosas no deberían pasar y mucho menos que se haya contratado a una firma externa para hacer toda la revisión de documentos y que dicha firma argumente que no verificó lo que se había entregado porque era "de buena fe". Llego sin embargo a esa frase, tan demoledora en este caso, "buena fe", porque una vez más la principal afectación en este caso es la de la biuena fe, un Gobierno que no puede sustentar que actúa en beneficio de sus ciudadanos, una actitud confrontacional tanto de partidarios como de opositores, una desconfianza que parece ser imprescindible pero que agota la posibilidad de creer en la sociedad y con eso en una posible sociedad mejor.

Menciono esos tres casos porque los tres son muy conocidos, porque los tres son casos de fraude, pero además porque los tres muestran claramente cuál es la principal consecuencia de los actos fraudulentos desde una visión general: el fraude destruye nuestra capacidad de confiar (y actuar) como sociedad.

En ese sentido, la prevención del fraude académico debe hacerse desde la construcción de la conciencia de un colectivo llamado sociedad, cuyo bienestar redunda en el bienestar de todos. Pero eso, para esta y para todas las universidades, requiere una interpretación de la formación profesional MUY diferente a la actual. Y es ahí donde conecta la integridad con la paz, porque la falta de integridad está asociada con el enfoque en lo individual que permite a cada infractor ver su beneficio como algo superior al perjuicio general para la sociedad, lo que al acumularse en esa sociedad genera las desigualdades y los descontentos que dan paso al conflicto armado.

Una reflexión en ese sentido que típicamente presento a mis estudiantes cuando llega el tema, es el motivo por el que tantos colombianos dicen, ahora más que antes, que su objetivo principal es salir del país, típicamente con destinos en las sociedades idealizadas de los países nórdicos (curiosamente pareciera que el "sueño americano" es cada vez menos el sueño colombiano); personas con muy buena posición social y económica en este país se quieren ir a vivir a otros países, sacrificando sus beneficios y entrando en una supervivencia mucho más modesta. Y al indagar y reflexionar, la conclusión usual es que sus sociedades son "mejores". Bueno, la pregunta que sigue, con la que usualmente se acaba la reflexión en mis clases (o con alguna pregunta similar) es casi inmediata de esa deducción: ¿por qué el sueño es irse a una sociedad mejor allá y no quedarse a construir una sociedad mejor aquí?

Existe entonces la sensación del famoso "una golondrina no hace verano", una persona sola intentando mejorar la sociedad no lo va a lograr y va a sufrir mucho en el proceso. Bueno, ahí es donde la educación y las instituciones de Ed. Superior deberían entrar, a mostrar los beneficios de una mejor socidad, a construir conciencia de pertenecer a una comunidad que no solo se caracterice por estar llena de gente privilegiada que puede seguir estudiando y que por el contrario se convierta en una comunidad llena de gente vispuesta a mejorar la sociedad poniendo el interés común por encima del individual. Es casi un asunto de vocación, pero es una vocación que debería alentarse y no reprimirse, como hace típicamente el sistema de Ed. Superior actualmente en el que la competencia está antes que la cooperación, en el que tener el mejor promedio acumulado es mucho más importante que tener la mejor cohorte de graduación.

Es una necesidad del país, incluso del mundo, que la educación enfatice la necesidad de trabajar por un mundo mejor y no solo por un sueldo mejor. Por no hacerlo ya casi está perdida la batalla para detener la catástrofe climática, porque la clase dirigente, tanto política como económica, mayormente formada en las aulas de la Ed. Superior, nunca actuó para reducir su margen de ganancia a cambio de algunos cientos de años más de seres humanos.

Ojalá llegue el día en que la educación (y en especial la Educación Superior) permita a las personas entender que ese "perder es ganar un poco" tan maturanesco que permite sacrificar tejido social por obtener un poco de beneficio, eso que sucede con el fraude, eso que sucede con la guerra, solo nos lleva al punto en el que, parafraseando a García Márquez, nuestra estirpe ya no tendrá una segunda oportunidad sobre la tierra.

Una vez más gracias por leerme. La siguiente entrega ya está en construcción, espero no pasar por tanta autocrítca con el dedo en la tecla backspace y publicarla pronto.

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