Alejandro nos dio su primera clase en la Universidad. Al principio era un poco lenta, pero con el paso de las semanas se convirtió en una conversación chévere entre los participantes del seminario. Él se limitaba a asignarnos lecturas (muy buenas) y a moderar la discusión. Es buena gente y sabe un montón sobre lo que se está haciendo en antropología en la actualidad.